¿Recuerdas esa frase que te impactó tanto como una seca bofetada?
Todos hemos pasado el duro trago de oír esas palabras hirientes de boca de alguien a quien valoramos, queremos, que nos importa realmente, (es imposible, de hecho, que alguien a quien no otorgamos ese poder pueda herirnos, pues entonces sus palabras no tendrían apenas impacto en nosotros), darnos cuenta de eso ya es un paso, no son las palabras que dice esa persona en realidad lo que nos duele, sino el valor que nosotros estamos dando a la relación con esa persona, y que sin duda en este momento no está cumpliendo nuestras expectativas, nuestras necesidades, lo que tiene capacidad de herirnos.
Sin embargo cuando yo oigo, por ejemplo, “eres muy egoísta” de boca de mi pareja tengo unas sensaciones físicas acusadas, me siento temporalmente paralizada, mi ritmo respiratorio cambia, mi pulso se acelera y puedo notar incluso una sensación de impacto en la boca del estómago. Es evidente que hay un impacto físico, unos síntomas de estrés con los que mi instinto me dice que algo se sale de mi control y que es importante.
Ante estas sensaciones físicas y sólo una décima de segundo más tarde entran en juego mis pensamientos. Hay dos tipos de reacción que por desgracia, están fuertemente anclados en nuestro repertorio y que todos conocemos muy bien:
Comprar lo que nos dicen
Decirnos a nosotros mismos: “Tiene razón. ¿Cómo puedo ser tan egoísta?”Asumimos la etiqueta (generalizando, en vez de delimitar los hechos concretos en su contexto) y con ella una buena carga de culpa y desprecio por nosotros mismos. Nos castigamos por no merecer la estima de la persona valorada y nos fustigamos con el deseo de enmienda futura. Al tiempo, y debido al coste tan alto que pagamos en autoestima, alimentamos una animadversión contra esa persona que seguramente tendrá consecuencias en conflictos posteriores.
Y tú….!!!!
Entra en juego la rabia. Nos sentimos atacados, vulnerados, y salimos a la defensiva con todas nuestras armas. Ya sabemos el alto coste emocional que tiene asumir la culpa y algo en nuestro interior quiere defendernos de ella y la forma que encuentra de hacerlo es cargarla en el otro. Podemos entrar en una escalada de intensidad emocional creciente donde lo único importante es sentir que nos defendemos, perdiendo casi la conciencia de lo que decimos, y subiendo rápidamente en la intensidad del conflicto.
Para disfrutar de las segunda parte pincha aquí.
Carmen Cruz, Psicóloga Coach
1 comentario en «¿Qué hay detrás de las palabras que nos duelen?»