Existen cada vez más evidencias científicas de que el ser humano es optimista por naturaleza incluso aunque, muchas veces, la realidad nos indique lo contrario. Incluso desde una perspectiva biológica – evolutiva, es completamente necesario para vivir y perdurar que una especie se engañe a sí misma para pensar que en el futuro vivirá mejor que ahora. Esto le hace adaptarse y modelarse para ésos objetivos futuros.
Lo cierto es que, ¿Cuántas personas pesimistas conoces que hayan llegado lejos o que sean felices? Ninguna, ¿verdad?
Neurocientíficos como Talí Sharot del Affective Brain lab, en su libro “El sesgo del optimismo” aseguran que para ser felices y tener buena calidad de vida hemos de apostar por una actitud optimista, de hecho si nos dejamos llevar, nuestra propia naturaleza nos conducirá a pensar que todo lo que venga, será mejor.
Menos enfermedades.
Como han apuntado algunos grandes como Eduardo Puset que se apoyan estudios recientes, ser optimista reduce, incluso, el riesgo de sufrir dolencias cardiovasculares al reducirse los niveles de la hormona del estrés: cortisol que existe para ayudarnos en situaciones de peligro o alarma, pero que si se produce continuadamente puede ser verdaderamente peligrosa.
Unas expectativas con mayor posibilidades de cumplirse.
Hay una buena cantidad de gente que piensa que en la vida es mejor conformarse, que, de hecho, si tienes bajas perspectivas acerca de lo que puede ser tu vida, cada vez que te pase algo bueno lo recibirás bien y estarás preparado para las cosas malas.
Sin embargo ésto no es cierto, el hecho de tener buenas expectativas hace que orientemos nuestro comportamiento hacia conseguirlas, aumentando nuestras probabilidades por mil de conseguirlo efectivamente. Es tan simple como que si no haces nada para conseguir lo que quieres porque piensas que no va a pasar, entonces, ¿qué probabilidad existe de que lo consigas?
Mayor capacidad de enfrentarse a los problemas.
No sólo está científicamente demostrado, sino que podemos verlo en nuestra vida diaria. Una persona que tiene una visión optimista de sus problemas tiene un porcentaje muchísimo mayor de solucionarlos y de enfrentarse a ellos con determinación, aportando la solución más conveniente porque, por norma general, tiene la cabeza más fría al no verse como una víctima de la vida.
Un tipo específico de optimismo. Optimismo – Realismo.
Hablamos de un tipo específico de optimismo que no pasa tan sólo por ver todo de color de rosa, es importante ser capaces de analizar correctamente la realidad. Despues, sí, hemos de ver el lado positivo de las cosas, pero siempre cuando hemos conseguido analizar correctamente lo que nos pasa.
¡Ser optimista no significa ser un inconsciente!